Capitulo 1 Un extraño invitado
Nueve fueron las velas que iluminaron la estancia. Sólo una lucía todavía brillante en el horizonte apagándose paulatinamente dejando toda la estancia en una penumbra sólo iluminada por los escasos rayos de luna que todavía entraban por los tragaluces del techo.
Pero no fue hasta que la última luz del horizonte se extinguía, horas desde que el sol se había dejado caer por poniente, que se abría la puerta una vez más dejar entrar a otro invitado. Una sombra abrió las puertas dejando entrar unos escasos rayos de luz procedentes de una brillante luna a las espaldas de este misterioso caballero al que acompañaban dos jóvenes con vívidos vestidos de colores dorados y brillantes atenuados por la luz fuerte de la luna llena.
Todo el mundo ocultaba su rostro tras una máscara pues ese era el tema de la fiesta. Unos vestían con máscaras más grandes y otros con otras más pequeñas que dejaban vislumbrar partes de su terso rostro propio de la juventud característica del grupo de invitados que esa noche habían ocupado los grandes salones de palacio.
El frío viento del norte penetraba en la estancia a través de la puerta que permanecía abierta con esa nueva figura inmóvil en frente. Ambas jóvenes habían entrado y ahora hablaban cómodamente con la gente, pero en cambio, el extraño hombre permanecía atento al gentío impasible ante cualquier estímulo producido en el bullicio de la gran sala en la que nos encontrábamos.
Una joven con una melena larga y rubia como el oro y suelta al viento se me acercó y me pidió que cerrase la puerta tras de mí, e insistiendo en que entrase y disfrutase de la juventud de la noche puesto que la fiesta no hacía más que empezar. Su máscara que apanas cubría la zona de los ojos dejaba entrever unos hermosos ojos de un claro azul, con una gran intensidad en la mirada capaz de penetrar el alma más sellada. Unos hoyuelos se dibujaban en la más bella sonrisa que jamás haya presenciado, enmarcada por unos labios encarnados como la sangre. A ese angelical rostro lo acompañaba un vestido escotado sin asas en un color blanco puro y corto por encima de las rodillas.
El viento de repente dejó de azotar mi espalda y tras girarme en busca de la causa vislumbre a un joven no mayor de los 18 años que se alejaba tras haber cerrado la puerta que enfriaba una estancia ardiente por el bullicio de al menos veinte personas que charlaban y bailaban al ritmo de una tenue música con un estilo calmado pinchada por un DJ situado en una esquina con sus casco en una mano y uno de ellos pegado a su oreja. Me preguntaba porqué no se pondría los dos debido a que sería una costumbre más práctica y cómoda que seguramente facilitaría su trabajo, pero claro, era mi opinión y yo no me dedicaba a eso, por lo que al final concluí con un pensamiento claro: “¡Qué sabré yo!”.
Bella, la joven rubia que se había aproximado a mi en la puerta hablaba ahora con un barman joven y fornido con una barba densa que cubría la escasa cara que dejaba su máscara visible. Una máscara blanca adornada con toques dorados que la hacían realmente impresionante a la luz de los neones rosas y azules claros situados al rededor de la barra, y que hacían una hermosa combinación de colores reflejados en el blanco de la máscara y en el vestido de la inocente joven que estaba delante pidiendo su bebida.
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